miércoles, 26 de enero de 2011

Leibniz y la relacion entre el alma y el cuerpo dentro de su filosofía

Alma y cuerpo en Leibniz


Fundamentación y enfoque del artículo:


El objetivo de este trabajo no es la transcripición de los textos de Leibniz, sino el análisis de los mismos, de manera que se puedan trabajar algunos nudos problemáticos de su filosofía, en especial la relación alma-cuerpo, dentro de la cuál el tema mas importante y dificil a trabajar es como consideraba Leibniz al cuerpo, como una representación o con un status ontológico más fuerte.
Para analizar estos puntos es insoslayable la teoría de las mónadas, por esto este trabajo tocará los siguientes puntos: La doctrina de las mónadas, Las dos hipótesis que giran en torno al cuerpo, buscando estudiar críticamente cuál es más adecuada, la relación alma- cuerpo, comparando la solución cartesiana y ocasionalista del mismo con la de Leibniz.
No se ha perdido de vista al correr de este trabajo que los temas a tratar son de suma complejidad y profundidad filosófica que requieren una lectura minuciosa del autor y del material crítico, y a pesar que el conocimiento del autor con que se cuenta es escaso y el material crítico también, se buscará lograr un análisis lo más serio y riguroso posible, sin perder la riqueza filosófica y la importancia que Leibniz tiene en la historia de la filosofía y del racionalismo del siglo XVII.
A continuación se trabajará el primer punto propuesto: La teoría de las mónadas.


  1. Doctrina de las mónadas:

En la Monadología Leibniz desarrolla esta doctrina, estableciendo que toda sustancia compuesta lo está de sustancias simples a lo que le denomina mónadas, estas podría decirse de alguna manera son herméticas, cerradas en si mismas, lo cuál significa que no tienen una real influencia sobre otras mónadas. Un cuerpo orgánico está compuesto de mónadas a lo que el filósofo también le llama entelequias, las mónadas no poseen ni extensión ni divisibilidad, por lo tanto no pueden diferenciarse en forma o tamaño ya que no lo poseen, son puntos de energía y se diferencian unas de otras por su percepción y apetición. Leibniz le llama percepción a las cualidades internas de cada mónada, es la pluralidad en la unidad. La mónada al ser simple (no tiene partes) señala una unidad, lo múltiple en esa unidad es la percepción de la mónada y la apetición es el principio interno por el cuál la mónada pasa de una percepción a otra diferente, podemos decir que la apetición es el principio de cambio de las mónadas, y este cambio debe ser interno porque ya dijimos que las mónadas son herméticas, por lo tanto nada exterior puede provocar un cambio en ella, ni ella puede ser causa del cambio de nada ¿Cómo puede cambiar entonces las mónadas? Leibniz dice en uno de sus escritos “La sustancia es un ser capaz de acción”[1] Por lo tanto como las mónadas son sustancias simples están en constante acción, esta acción es posible como ya dijimos por la apetición, es entonces la percepción y la apetición las actividades por la cuál se puede distinguir una monada de otra , ya que por la doctrina de los indiscernibles Leibniz deja claro que no es posible que hayan dos mónadas iguales, pero como ya dijimos no se las puede distinguir por su extensión, ni forma porque no las poseen sino por la percepción y apetición. Leibniz clasifica las mónadas en tres grupos:
1. Las simples mónadas o entelequias, son aquellas que solo poseen percepción, aquí entrarían los objetos, inanimados, inorgánicos,[2] Estos, nos dice Leibniz parecen estar en una especie de aturdimiento o adormecimiento de manera que parecen inertes o inactivos, lo cuál es engañoso ya que Leibniz es claro al plantear que no hay nada inerte o inactivo, todo está lleno de vida, y lo expresa muy bellamente en el siguiente fragmento de la monadología. “Cada porción de la materia puede concebirse como un jardín lleno de plantas y como un estanque lleno de peces, pero cada rama de planta y cada miembro del animal, cada gota de sus humores es también somo ese jardín o ese estanque.”[3]
2. Leibniz también habla de otro tipo de mónadas que son las almas, el filosofio nos aclara “Si deseamos denominar alma a todo lo que posee percepciones y apetitos... todas las sustancias simples o mónadas creadas podrían recibir el nombre de almas; pero como el sentimiento es algo más que una simple percepción, concedo el nombre general de mónadas y entelequias baste para las sustancias simples que sólo poseen percepción, y que se llamen almas solamente aquellas cuya percepción es más distinta y va acompañada de memoria.”[4]
Por lo tanto aunque al comienzo Leibniz homologa las monadas o entelequia creadas con las almas, estas últimas se distinguen de las primeras en el hecho de que poseen memoria, y aquí estarían los animales, estos últimos poseerían alma cosa que los cartesianos negarían. Con respecto a esto último Leibniz dice “...En eso los cartesianos se han equivocado mucho pues para nada han tomado en cuenta las percepciones que no se advierten. Es esto también lo que les ha hecho creer que sólo los espíritus eran mónadas y que no había almas de las bestias, ni otras entelequias y han confundido, como hace el vulgo, un largo aturdimiento con la muerte verdadera y propia...”[5] Este último fragmento nos deja claro que los animales (las bestias) poseen almas y no solo los hombres como creían los cartesianos. Haciendo una breve recapitulación de lo que se ha venido exponiendo podemos decir que por un lado están las mónadas creadas o entelequias poseedoras de percepción y apetición, y las almas que además de poseer estas últimas también tienen memoria.
3. Pero Leibniz no se queda con estas dos distinciones, sino que nos dice: “La memoria proporciona a las almas una especie de consecución, que imita a la razón, pero de la cuál debe distinguirse...”[6]
Hay en Leibniz una necesidad de separar al animal del hombre y marca diferencias, metafísicas y epistémicas, por un lado lo que nos distingue de los animales y nos hace poseedores de la razón y las ciencias, elevándonos al conocimiento de nosotros mismos y de Dios es el conocimiento de las verdades eternas y necesarias. Es esto a lo que el autor le llama alma racional o espíritu, la distinción epistémica radica en que somos capaces de acceder a las verdades eternas, y eso posibilita el conocimiento de nosotros mismos (apercepción) y el conocimiento de Dios. Con respecto al conocimiento de nosotros mismos Leibniz nos dice: “También por el conocimiento de las verdades necesarias y sus abstracciones nos elevamos a los actos reflexivos, que nos hacen pensar en lo que se llama el yo y considerar que esto o aquello está en nosotros... y en Dios mismo, concibiendo que lo que en nosotros es limitado en él no tiene limites y estos actos reflexivos proporcionan los principales objetos de nuestros razonamientos”[7]
Esos actos reflexivos de los que Leibniz habla es la apercepción, que constituye en el hombre su yo, de aquí es de donde Kant toma esta palabra apercepción cuando habla del yo pienso que acompaña a mis representaciones, pero es esa apercepción que nos distingue de otros seres, por eso la mónada humana es espíritu, es alma racional. Esos actos reflexivos, esa apercepción , y el conocimiento de Dios se deriva del conocimiento de las verdades eternas y necesarias, de alguna manera estas nos conducen directamente a Dios,[8] y al conocimiento de nosotros mismos, este conocimiento también nos conduce al de Dios, es fundamentar aclarar que la magnanimidad de Dios, se manifiesta en su criatura, y esa es otra diferencia entre las almas y los espíritus, y aquí vemos las diferencias metafísicas de las que hablamos anteriormente y que nos conducen a las diferencias epistémicas., esa diferencia es que si bien toda mónada refleja el universo, Leibniz dice: “Ahora bien, este enlace o acomodo de todas las cosas creadas con cada una y de cada una con todas las demás, hace que cada sustancia simple tenga relaciones que expresan todas las demás y sea, por consiguiente, un espejo viviente y perpetuo del universo”[9]
Es importante tener en cuenta que cada mónada no es representación de una parte del universo, sino de todo el universo, la diferencia es el punto de enfoque en que cada mónada lo refleja. “Y así como una misma ciudad, vista por diferentes partes, parece completamente otra y como multiplicada en perspectiva, del mismo modo sucede que, por la multitud infinita de sustancias simples, hay como otros tantos universos diferentes, los cuáles, sin embargo, no son más que la perspectiva de uno solo, según diferentes puntos de vista de cada mónada”[10]
Si todas las mónadas son espejos vivientes de todo el universo pero difieren en el punto de vista, aún así la diferencia entre almas y espíritus no sería tan tajante, vale decir que la distinción sería una cuestión de perspectivas, por eso Leibniz agrega: “Entre otras diferencias que hay entre las almas ordinarias y los espíritus...las almas en general son espejos vivientes del universo de las criaturas, mientras que los espíritus son también imágenes de la divinidad misma o del mismo autor de la naturaleza, capaces de conocer el sistema del universo y de imitar algo de él por medio de muestras arquitectónicas, siendo cada espíritu en su esfera como una pequeña divinidad”[11]
A esto nos referimos con diferencias metafísicas, la diferencia es el enfoque del universo pero también el hecho de que los espíritus reflejan algo que las almas no, y eso es ni más ni menos que el creador de ese universo, hasta el punto que el hombre posee en sí una chispa divina, y en concordancia con el génesis es “imagen y semejanza de Dios”, de estas diferencias esenciales entre almas y espíritus derivan las diferencias epistémicas de las que ya hablamos, ya que el hombre puede acceder a esas verdades eternas porque comparte con Dios una chispa de su naturaleza, la razón. [12] y a través de las verdades eternas también llega al conocimiento de Dios, gracias a estas (verdades eternas) , el hombre puede conocer a Dios y a si mismo. Por el conocimiento de sí mismo también llega el hombre a Dios, ya que el hecho de que cada sustancia esté reflejando a la otra y que los espíritus puedan reflejar a Dios, ahí está la explicación de cómo podemos conocerlo, partir del conocimiento de sí mismo.
Debemos agregar que mientras cada mónada refleja todo el universo pero de una determinada perspectiva, solo Dios es capaz de verlo desde todas. “...Dios, al regularlo todo ha tenido, en cuenta cada parte, y especialmente cada mónada, cuya naturaleza , siendo representativa, nada podría limitarla a representar solo una parte de las cosas; aunque es cierto que esta representación es solo confusa en el detalle de todo el universo y solo puede ser distinta en una pequeña parte de las cosas, es decir, en aquellas que son las más próximas o las más grandes con respecto a cada mónada, de lo contrario, cada mónada sería una divinidad, no es en el objeto, sino en la modificación del conocimiento del objeto donde las mónadas son limitadas. Todas tienden confusamente al infinito, al todo; pero son limitadas y se distinguen por los grados de las percepciones distintas”[13]
Por eso Leibniz habla de las mónadas creadas, estas son limitadas, no en lo que representan sino como lo representan, aunque ya vimos que las almas representan al universo de las criaturas y los espíritus además de eso también reflejan a Dios, pero vemos que si Leibniz habla de mónadas creadas debe haber mónadas no creadas, la única mónada no creada es Dios, y él puede ver todo el universo desde todas las perspectivas, por eso es ilimidado en cuanto al conocimiento.

De la distinción entre almas y espíritus Leibniz habla de la ciudad de Dios, el autor nos dice, (en continuación con el aforismo 83 de la monadología) “Es esto lo que hace que los espíritus sean capaces de entrar en una especie de sociedad con Dios, el cuál, con respecto a su maquina (como Dios lo es en relación con las demás criaturas), sino también lo que un principe con respecto a sus súbditos, y hasta un padre con respecto a sus hijos. De donde es fácil concluir que la reunión de todos los espíritus debe constituir la ciudad de Dios, es decir. El más perfecto estado que sea posible bajo el más perfecto de los monarcas.” [14] Queda culminado así este primer punto, donde hemos expuesto lo más detalladamente posible la doctrina de las mónadas. En los siguientes puntos de esta exposición volveremos a trabajar aspectos aquí tratados.
En el siguiente punto se trabajará el status del cuerpo y la materia en Leibniz analizando distintas posiciones que se desprenden de los mismos textos del autor.

2. El status del cuerpo dentro de la filosofía de Leibniz:

Bertrand Rusell nos habla de dos hipótesis, o dos lecturas con respecto al cuerpo dentro de la filosofía de Leibniz, estas son incompatibles, y Russell se inclina por la primera por presentar mayor coherencia con el resto del sistema de Leibniz.
La primer teoría con respecto al cuerpo establece que éste es un agregado de mónadas, por ende una representación, una colección de mónadas cambiantes que sólo posee unidad por estar sujeta a una mónada dominante. La mónada dominante es activa mientras que las otras son pasivas, la actividad y pasividad de las mónadas apuntan a la claridad o confusión de sus percepciones, la confusión en las percepciones de las monadas creadas son la materia prima de cada mónada, sin esta materia prima, la mónada no se diferenciaría de Dios, en el cuál todas sus percepciones son claras, recordemos que Dios, que es pura racionalidad, posee el conocimiento total de todo el universo desde todos sus puntos de vista, y conoce a todas las mónadas y todas sus percepciones de manera que vincula unas con otras aunque en realidad estas no se relacionen, en este sentido cada mónada creada al ser limitada, posee materia prima, de lo contrario serían una divinidad. Las mónadas dominantes son aquellas que posen mayor claridad en sus percepciones y estas explican el cambio de las otras mónadas pasivas, hay en los textos de Leibniz muchas afirmaciónes que confirman esta primer teoría, pero lejos está de ser definitiva, casi todos los intérpretes concuerdan con que la materia en Leibniz es una representación, El filósofo nos dice:
“Además por medio del alma o de la forma se produce una verdadera unidad, que corresponde a lo que en nosotros se llama el yo, lo cuál no podría tener lugar ni en las máqunias artificiales ni en la simple masa de materia, por organizada que sea...Sin embargo si no hubiese verdaderas unidades substanciales, no habría nada de substancial ni de real en la colección...Pero los átomos de la materia son contrarios a los de la razón, además de estar compuestos de partes... Sólo los átomos de substancia, es decir las unidades reales y absolutamente desprovistas de partes son fuentes de las acciones y los primeros princios absolutos de la composición de las cosas y como los últimos elementos del análisis de las substancias. Se les podería llamar puntos metafísicos... Únicamente los puntos metafísicos o de la substancia son exactos y reales; y sin ello no habría nada real, puesto que sin verdaderas unidades , no habria multiplicidad.”[15]
Este fragmento lo quiere decir es que los objetos con los cuales nos relacionamos en nuestra vida cotidiana como un árbol, o una piedra aunque aparecen ante nuestros sentidos como cosas unitarias, son en realidad agregados de sustancias simples e inextensas, el mundo de la prcepción sensible es en conclusión fenoménico, son las mónadas las últimas realidades no fenoménicas aunque sean conocidas únicamente mediante un proceso de análisis filosófico. Aquí vemos ante todo la esencia del racionalismo. Dentro de esta primer teoría el cuerpo no seria parte de la substancia sino que la verdadera substancia sería la mónada.
Y aquí está en esencia la diferencia con Descartes, fundamentalmente en el geometrísmo cartesiano, Descartes establece por intuición directa, la substancia pensante, el yo, el alma pensante, y establece tambien , la existencia de Dios, en cambio la substancia material, extensa se le aparece a Descartes como correlativo objetivo de nuestras ideas geométricas, para Descartes la materia es pura y simplemente extensión, recordemos el ejemplo del trozo de cera donde a pesar que se transforman todas las cualidades de la cera tales como el color, el aroma, la foma, la extensión se mantenía, esto es lo que Leibniz no comparte con Descartes, son para Leibniz las mónadas, puntos de energía, la esencia de la materia.
Según esta primer teoría cuerpo y alma no conforman una substancia, mientras la segunda afirma lo contrario, estableciendo que el alma y el cuerpo si conforman una substancia. El cuerpo no es para esta teoría un agregado sino que gracias al alma el cuerpo es una unidad y volviendo al tema de la extension veremos que hay afirmaciónes de Leibniz que parecen contradictoria con el resto de sus afirmaciones. “Estoy de acuerdo en que, naturalmente todo cuerpo es extenso, y que no hay extensión sin cuerpo, sin embargo , no deben confundirse las nociones de lugar de espacio o de pura extensión, con la noción de sustacia, la cuál además de la extención encierra la resistencia, es decir, la acción y la pasión”[16]
Aquí Leibniz trata a la extensión como parte de la la sustancia de las cosas, y aunque no es su esencia tampoco es tratada como una mera apariencia, o fenómeno, de la misma manera en la monadología habla de que “...Cáda monada creada representa todo el universo, sin embargo representa más distintamente el cuerpo que le es particularmente asignado y cuya entelequia constituye; y como este cuerpo expresa todo el universo, por la conexión de toda la materia en lo lleno, el alma representa también el universo, al representar ese cuerpo que le pertenece de una manera particular”[17]
Por lo que podemos analizar respecto a las mismas afirmaciones del filósofo el punto clave en donde radica la oposición de las dos teorías es en la noción de sustancia, mientras que en la primer teoría sólo es sustancia la mónada, en la segunda lo es la mónada y el cuerpo, el alma y el cuerpo. Aunque el status ontológico del cuerpo en cada teoría es central, ya que en la primera sería una mera representación y en la segunda no parecería así. No obstante tanto en una como en otra teoría la unidad proviene del alma, en la primer teoría gracias a la mónada dominante y en la segunda teoría es el alma que hace que el cuerpo no sea un mero agregado, en este aspecto no hay diferencia entre las posturas. En este último fragmento citado Leibniz dice que CADA MÓNADA representa el cuerpo que le fue particularmente asignado, pensemos, si el cuepo como lo ha planteado el filósofo en algunas afirmaciones y los defensores de la primer teoría incluido Russell, establecen que el cuerpo es un agregado de mónadas, entonces en cada cuerpo habría multiples cuerpos, ya que al ser un cuerpo un agregado de mónadas y cada mónada representa un cuerpo, no es claro como se concilian estas afirmaciones, a no ser que cada mónada de ese agregado represente al resto siendo ese resto de mónadas el cuerpo que Leibniz establece que le fue a cada mónada particularmente asignado. Russell reconoce esta dificultad y por eso en el capítulo XII de su obra “Exposición ctitica de la filosofía de Leibniz” él cita algunas afirmaciones del filósofo mostrando estas inconsistencias, por ej. “Hay tantas entelequias como cuerpos orgánicos”, Russell dice “Es evidente que no toda mónada puede tener un cuerpo orgánico, si éste se compone de otras mónadas subordinadas”
Se plantea la dificultad (si aceptamos la primer teoría) de cómo sustancias inextensas pueden dar lugar a la materia extensa, la respuesta parece estar en que la extensión es una noción reductible y relativa, es pues una noción derivada y no primitiva, y no puede ser un atributo de la substancia, pero esto se contradice directamente con la afirmación del autor ya citada de que se reconoce que no hay extensión sin cuerpo y aunque esta no sea la esencia de la sustancia si forma parte de ella.
De todas formas esta segunda teoría también tiene grandes dificultades con otras doctrinas del filósofo, en especial con respecto a la muerte, que aceptando la primer teoría es perfectamente explicable, no así en la segunda. Además no queda claro en esta segunda teoría cual es la naturaleza de la materia extensa ya que Leibniz parece muy claro al decir al comienzo de la monadología: “Es necesario que haya sustancias simples, puesto que hay compuestas; pues lo compuesto no es otra cosas que un montón o aggregatum de sustancias simples”[18]
Habiendo mostrado algunas dificultades y las diferentes posiciones con respecto al cuerpo pasaremos en el siguente punto a desarrollar la doctrina de la armonía pre-establecida para dar explicación a la relación mente cuerpo mostrando el alejamiento de la posura de Leibniz respecto del cartesianismo y el ocacionalismo.

3. Alma y cuerpo:

En Descartes la relación Alma- cuerpo es explicada porque el alma actua sobre el cuerpo, dominandolo, cada movimiento del cuerrpo es explicado por la acción del alma sobre el cujerpo, pero eso es problemático, por la tajante distinsión cartesiana, el alma no siente y el cuerpo no piensa, dos sustancias tan distintas no pueden interautar. En el ocasionalismo Dios hace nacer pensamientos en el alma con ocasión de los mobvimientos de la materia; y cuando el alma desea mover el cuerpo es Dios el que lo mueve por ella. Pero para Leibniz ninguna de estas explicaciónes es adecuada, con respecto al cartesianismo ya vimos su inadecuación y en el ocacionalismo la solución presenta una visión de Dios muy degradada, de modo que cuando quiero mover mi brazo, Dios tiene que intervenir para que el alma actúe sobre el cuerpo ya que por si misma el alma no puede interactuar con el mismo, esto es muy claramente expreseado por Leibniz en el ejemplo de los relojes que pasaremos a exponer: “Figuráos dos relojes que marchabn perfectamente de acuerdo. Ahora bien, esto puede suceder de tres maneras, La primera consiste en una influencia mutua; la segunda, encargando a un obrero hábil que los arme de nuevo y los ponga de aucerdo en todos sus momentos; la tercera, fabricando esos dos relojes con tanto arte y justeza, que pueda estarse seguro de que marcharán acordes en lo sucesivo. Poned ahora el alma y el cuerpo en el lugar de esos dos relojes; su acuerdo puede ocurrir por una de esas tres maneras. La vía de la influencia es la de la filosofía vulgar; pero como no podría concebirse que las partículas materiales pasen de una a otra de esas substancias, hay que abandonar esta opinión. La vía de la asistencia continua del creador es la del sistema de las causas ocasionales; pero sostengo que esto es recurrir a un Deus ex machina en cosa natural y oridinaria, en la que, según la razón, debe concurrir sólo de la manera como concurre a todas las cosas canturales. Así, pues, queda sólo mi hipótesis, es decir, sólo la vía de la armonía. Dios creó desde el principio cada una de esas dos substancias de tal modo que, sigiendo cada cual sólo sus propias leyes que recibió con su se, concuerda, sin embarago, con la otroa, lo mismo que si hubiese influjo mutuo, o como si Dios pusiese continuamente su mano, además de su concurso general...”[19]
Es así que esta concordancia entre alma y cuerpo es producto de la armonía pre-establecida, por la cuál Dios desde antes de la cración del mundo hace que en cada ser su cuerpo y alma concuerden perfectamente sin que uno actúe sobre el otro. Para Leibniz Dios es un “...gran artesano del universo, que puede ajustar tan acertadamente todas las partes orgánicas del cuerpo de un hombre, que sean capaces de producir todos los movimientos que el ama que está en el cuerpo quiera producir en el clurso de su vida, sin que tenga el poder de cambiar esos movimientos ni modificarlos de ninguna manera...”[20] De esta manera hay una perfecta concordancia sin que haya una verdera relación entre el alma y el cuerpo, por todo lo que hemos expuesto en la doctrina de las mónadas, estas “no tienen ventanas” por lo tanto no puede actuár una sobre otras y no pueden influir sobre nada, pero aunque sea ingeniosa la solución de Leibniz no se libra de los problemas sucitados en el apartado anterior, analizemos el siguiente fragmento. “Pero en las sustancias simples esa acción es sólo una influencia ideal de una mónada sobre otra, lo cual sólo puede tener efecto por intervención de Dios, en cuanto que, en las ideas de Dios, al regular las demás desde el comienzo de las cosas, la tenga en cuenta. Pues , ya que una mónada creada no podría tener influencia física sobre el interior de otra, sólo por aquel medio puede haber dependencia de una a otra... Pues Dios cuando compara dos sustancias simples, encuentra en cada una razones que le obligan a adaptar la otra a la primera, y, por consiguiente, lo ue en ciertos aspectos es activo, según otro punto de vista es pasivo...”[21] La dificultad radica en que si en este fragmento Leibniz se está refiriendo a la relación alma-cuerpo y comienza hablando ...en las sustancias simples esa acción... debemos aclarar que si nos paramos en la primer teoría que ya desarrollamos anterioarmente, el cuerpo no es una sustancia simple sino un agragado de sustancias simples, y en la segunda teoría no queda clara la naturaleza de lo corporeo, en conclusión a pesar de que uno de los aspectos mas interesantes y bellos de la filosofía leibniziana sea la amonía pre establecida, no queda claro el status de lo corpro y por ende como se explica la aparente relación con el alma, lo que podemos sacar en limpio es que sea lo que sea el cuerpo no tiene una interacción real con el alma sino que es por la armonía preestablecida que es posible la perfecta concordancia entre substancias tan diversas (sea lo que sea las substancias, ya que depende de la teoría, el significado de substancia). Es por esta armonía que la materia se enlaza de tal manera que cada mónada refleja todo el universo y que una modificación en una parte del universo implica la modificación de todo el universo. “Y, por consiguiente, todo cuerpo es sensible a cuanto sucede en el universo, de tal manera, que aquel que todo lo ve podría leer en cada uno lo que acontece en todas partes y aún lo que ha sucedido y sucederá, advirtiendo en el presente lo que se encuentra alejado tanto en el tiempo como en el espacio...”[22]

A pesar de las oscuridades en el sistema de Leibniz, la doctrina de la armonía pre-establecida puede leerse como la anticipación de lo que es en la actualidad la teoría del caos y en física se le llama el efecto mariposa, donde la mínima acción puede desenlazar otras acciónes debido a la interacción de toda la materia, evidentemente hacemos las salvedades correspondientes, pero con los filósofos clásicos suede que siempre encontramos que sus ideas pueden leerse bajo una luz nueva recobrando así interesantisimos aspectos no analizados antes.




BIBLIOGRAFÍA:

Textos fuentes.

· Descartes y Leibniz; Sobre los principios de la filosofía, Gredis, Madrid, 1989.
· Leibniz; Tratados fundamentales; Losada, Bs.As. 2004

Material Crítico:
· Copleston Frederck; Histora de La filosofía, Tomo 4 De Desacres a Leibniz, Ariel, Barcelona Caracas Mexico, 3ª reimpresion 1992.
· Russell B, Exposición crítica de la filosofía de Leibniz, Cáp XII Alma y cuerpo.




[1] Principios de la naturaleza y de la gracia, fundados en razón (1714)
[2] Aquí no es claro lo que el autor considera respecto al tema, Martin en la introduccuón de su libro: Kant, Ontología y epistemología, dice “Naturalmente, no todas las mónadas representan y quieren del mismo modo; de ahí que exista una jerarquía entre ellas. La grada inferior está constituida por las que poseen aptitudes espirituales completamente oscuras y confusas.- No es muy fácil decir qué eran estas mónadas para Leibniz. ¿Son, acaso, plantas? Hegel ha pensado en mónadas inorgánicas; de todos modos, en una de las grados más inferiores están las plantas, luego vienen los animales y después de estos los hombres.
En otros comentaristas, o manuales, aparece la siguiente clasificación: a) cuerpos inorgánicos, hay un conjunto de mónadas sin una dominante donde la percepción duerme.
b) plantas; Ya hay una mónada dominante que dirige a las otras, hay una percepción pura pero sin memoria.
c) los animales; hay percepción pero con memoria.
d) El hombre; no solo tenemos una mónada dominante que es el espíritu sino que la percepción no solo tiene memoria sino que también razón.
[3] Monadología & 67, Pág. 81
[4] Idem,&19, Pág. 69
[5] Idem,& 16, Pág. 68
[6] Idem,& 26, Pág. 71
[7] Idem,& 30, Pág. 72
[8] Leibniz prueba la existencia de Dios mediante el Principio de Razón suficiente, que es una verdad eterna y necesaria que explica las contingencias.
[9] Op. Cit. &57, Pág. 78
[10] Ídem, & 57. Pág. 78
[11] Ídem, & 83. Pág. 85
[12] Tanto el razonamiento de Dios como el humano se rigen por los mismos principios, el de no contradicción y el de razón suficiente, en el hombre este último lo conduce a Dios, y en Dios este lo lleva al principio de conveniencia, por el cuál crea lo mejor, eso asegura que si este mundo existe es porque es el mejor.
[13] Op. Cit. & 60. Pág. 79.
[14] Ídem. & 84-85 Págs. 85-86.
[15] Nuevo sistema de la naturaleza y de la comunicación de las substancias, así como de la unión que hay entre el alma y el cuerpo (1695) &11, pág. 17-18.
[16] Carta sobre la cuestión de si la esencia del cuerpo consiste en la extensión, 1691, Pág.184.
[17] Monadología &62, Pág, 80.
[18] Idém. &2. Pág. 65.
[19] Segunda aclaración del sistema de la comunicación de las substancias (1696) Pág.39-40.
[20] Respuesta de Foucher a Leibniz sobre su nuevo sistema del conocimiento de las substancias (1695) Pág.27.
[21] Monadología, & 51-52, Pág, 77.
[22] Idém. & 61. Pág 79-80.

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